sábado, 3 de enero de 2009

Las técnicas de uso

David Edgerton.

Historiador Uruguayo.
Catedrático del Imperial College de Londres

El autor critica fuertemente el modo tradicional de entender la historia de la tecnología como la historia de las invenciones y propone centrar la mirada sobre las técnicas de uso, es decir aquellas tecnologías que son utilizadas cotidianamente en diferentes partes del mundo y trascienden las relaciones espacio temporales con las que habitualmente la historia tradicional encasilla los hechos y sus protagonistas.

Aquí presentamos algunas de sus tesis

Estudiar las relaciones entre técnica y sociedad requiere estudiar las técnicas en uso. Sin embargo, la historiografía de las técnicas y de las relaciones técnica-sociedad se centra preferentemente en la innovación, sin distinguirla de las técnicas en uso, a las que considera viejas y obsoletas

La afirmación de que el estudio de las relaciones entre las técnicas y la sociedad depende del estudio de las técnicas en uso es una trivialidad. Es por eso, quizás, que es raro encontrarla en la literatura. Pero hay quien se ha atrevido. Por ejemplo, el historiador Sir George Clark comentó en 1937 que las máquinas para trabajar la seda “no tenían lugar en la historia económica de Inglaterra antes de la época de Sir Thomas Lombe; en la historia económica lo que es importante es la adopción y el uso, no la invención”. Además, para el historiador económico “la difusión de nuevas técnicas es tan importante como sus origenes”.

El filosofo de la técnica Langdon Winner comentó hace años que los posibles impactos de las nuevas tecnologías eran un jazzy topic, es decir, temas para los cuales se podían conseguir fácilmente becas y financiación. Pero –añadía–

“Nunca se consideran seriamente las técnicas y dispositivos cuyo desarrollo de impacto se produjeron hace décadas, y que ahora forman parte de la estructura del mundo humano. Se toman como datos incuestionables, que no son estudiadas por las ciencias sociales ni sometidas al debate político”.

En su opinión, “es toda la estructura del orden tecnológico la que debería ser estudiada críticamente”. Por su parte, Nathan Rosenberg opina sobre las discusiones acerca del progreso técnico que:

“Durante varias décadas, muchos historiadores, incluso historiadores económicos, se han centrado en un único aspecto del progreso técnico: “¿quién fue el primero en hacerlo?” Estas cuestiones son importantes en la historia de la invención. Apenas se ha prestado atención a la velocidad con la cual las nuevas técnicas han sido adoptadas e incorporadas al proceso productivo. Verdaderamente, es como si la difusión no existiera”

Rosenberg ha escrito que, por supuesto, “las invenciones sólo adquieren importancia económica en función de su introducción y difusión extensa”. Los economistas Paul Stoneman y Paul David insisten en que

“Las mejoras en productividad y calidad, y por tanto el bienestar económico y el rendimiento de empresas e industrias, no responden a la tasa de desarrollo de nuevas tecnologías, sino a la velocidad con la que sus aplicaciones se extienden en las operaciones comerciales”

El ingeniero e historiador Walter Vincenti cree que

“es justo decir que la mayoría de los estudios históricos se centran en la invención y en la innovación, en lo que ocurre en laboratorios de investigación. [...] En la historia, como en la vida cotidiana, novedad y variedad son siempre más interesantes que la rutina cotidiana. [...] Existe seguramente el peligro de que la preocupación por la novedad, por una parte, y una influencia indebida de los estudios de la ciencia, por otra, nos den una epistemología de la técnica parcial o aun equivocada”.

Carroll Pursell opina que “la historia de la técnica, tal como se la estudia hoy en día, privilegia el diseño sobre el uso, la producción sobre el consumo, y los períodos de ‘cambio’ por encima de aquello que parecen ser estáticos y tradicionales”. El historiador sueco Svante Lindqvist, en la critica más aguda y general que conozco sobre la focalización en la innovación, hace notar el escaso número de estudios acerca del uso y, más interesante aún, la ausencia de estudios acerca de la desaparición de las técnicas o de sistemas técnicos. Es llamativo que, mientras tenemos, en inglés, términos especiales para la creación

y la novedad (por ejemplo, invención, innovación) y para el aumento del uso (adopción, difusión), no los tenemos para el propio uso o la disminución del uso.

A pesar de estas críticas, la gran mayoría de estudios históricos acerca de las técnicas continuan refiriéndose a la invención, la innovación, las novedades y el cambio. Estos estudios son, sin duda alguna, necesarios y valiosos; pero existe el peligro de confundirlos con la historia de las técnicas. Así, ninguno de los comentarios realizados en un simposio sobre el estado de la historiografía de la técnica celebrado en 1969 diferenciaba entre técnica e innovación.

En un comentario sobre los nuevos trabajos que se hacían en los años 1970, Thomas Hughes sugirió que el estudio del cambio tecnológico era un tema emergente. Aunque distinguió entre los estudios de ‘cambio tecnológico’, las “historias internalistas de la invención”, y también los estudios de “técnica y sociedad” y de “tecnocracia y transferencia de la técnica”, no llegó a distinguir entre técnica e innovación.

El conocido libro de Staudenmaier sobre la revista norteamericana Technology and Culture no subraya la preferencia clara por los estudios de innovación, lo cual es especialmente interesante, ya que critica a la revista por la falta de estudios acerca de la relación trabajadores/técnicas, del conflicto cultural en la transferencia de la técnica, de las tecnologías no-occidentales, de las críticas al capitalismo y de las relaciones entre las mujeres y la técnica. Me atrevo a sugerir que en cada uno de estos casos la preferencia por la innovación explica en gran parte estas ausencias.

Igualmente sorprendente es el caso de una reseña de varios libros importantes publicados en los años 1980, entre los cuales había un estudio pionero del uso, el de Ruth Schwartz Cowan. Cabe destacar que en los últimos años han aparecido varios libros sobre técnicas en uso, pero no han establecido claramente la importancia de distinguir entre innovación y uso.

Las historias generales de la técnica que pretenden discutir las técnicas en su totalidad, suelen organizarse alrededor de la idea de innovación. Por ejemplo, el texto del arqueólogo industrial británico Buchanan, sobre el “impacto de la técnica desde 1700 hasta nuestros días” gira en torno a las revoluciones tecnológicas, y por eso se centra en los años posteriores a 1700, aunque como arqueólogo le interesen las técnicas en uso.

La historia de las técnicas de Cardwell se centra aún más en la innovación; hasta los títulos de los capítulos repiten las palabras “nuevo”, “primer”, o “aparición”. Estos trabajos, aunque recientes, podrían considerarse típicos de otra época. Sin embargo, estudios que se proclaman novedosos, influidos por la sociología de la ciencia, también se limitan al estudio de la innovación, aunque pretendan discutir cuestiones mucho más amplias. Es cierto que algunos estudios amplían sus horizontes, pero sólo durante las etapas iniciales de la difusión: por ejemplo, el conocido libro de Bijker llega hasta 1890 en su tratamiento de la bicicleta; hasta 1920 en el caso del plástico Bakelita, y hasta 1945 para el tubo fluorescente.


Fuente:

"DE LA INNOVACION AL USO: DIEZ TESIS ECLÉCTICAS SOBRE LA HISTORIOGRAFÍA DE LAS TÉCNICAS" https://upcommons.upc.edu/revistes/bitstream/2099/768/7/innovacion_uso.pdf